jueves, 26 de febrero de 2009

Carl R. Rogers

Para los que no le conocen, es el padre de la psicoterapia centrada en el cliente. Es la filosofía que se puede ver en algunos libros como El Caballero de la Armadura Oxidada de Robert Fisher.

Este tema no ha salido en las clases, simplemente es porque me apetece compartirlo con vosotros y vosotras.

Recuerdo muy bien la primera vez que conocí este modelo psicológico, me pareció interesante pero no le dí mucha importancia, me parecía un modelo más entre otros que tenía que estudiar. No había tiempo para conocer cada uno con profundidad... Pero lo tenía ahí en la mente presente y me acordaba siempre de este modelo como cuando descubrí el libro mencionado arriba.

Entonces empecé a profundizar un poquito más mi conocimiento sobre este modelo... Y este año, en el 1º Psicopedagogía, en la asignatura Psicología de la Personalidad había que elegir un libro a leer... Me fije que estaba un libro de este mismo autor, Carl R. Rogers, El proceso de convertirse en persona. Cogí este libro de la biblioteca (sus papeles ya eran amarillentos..., sentí que me sumergía en la época de mis abuelos) para echarle un vistazo... y decidí llevarmelo. Un aspecto que me hizo tomar esta decisión: El mismo autor explicaba nada más que en el primer capítulo sobre su propia vida y su crecimiento hasta llegar a ser psicólogo con sus propios pensamientos, con su propia filosofía sobre la "relación de ayuda". Siempre pienso que es mucho mejor conocer lo que piensan los autores para poder llegar a "compartir" sus teorías (es decir llegar a comprenderlas de forma significativa). En las clases muchas veces hemos escuchado que la percepción de la realidad, las expectativas,...de los individuos son fundamentales para nuestra labor. Pues si.

¿Os apetece conocerle? ¡Adelante!

Carl R. Rogers vivió su infancia en una familia muy religiosa, estricta y dedicada al trabajo arduo. Sus padres intentaron eliminar todas las “distracciones” como las relaciones sociales, bebidas alcohólicas,… a sus seis hijos. Él era el cuarto hijo. Para ello, decidieron trasladar a una granja.

Ahí siendo un adolescente Carl empezó de forma prematura a enamorarse de la ciencia que gracias a través de su curiosidad y la agricultura (que es lo que les animaba su padre en la granja). Entonces, con solo catorce años, descubrió la importancia del método científico.

Cuando comenzó la universidad, estudiaba la agricultura pero se dio cuenta de lo que sentía desde siempre, del amor a la vida, por lo que dejo lo que estudiaba y se metió en la religión. Entonces vivió varias experiencias: se dio cuenta de que su pensamiento debía ser libre, para ser solamente suyo, por lo que se independizó de alguna manera de sus padres y de su pensamiento religioso, algo que causó dolor tanto a él como a sus padres. Se enamoró de una chica y tras el consentimiento de sus padres, se casaron. Continuó preparándose, se apuntó a un Seminario que difería de cualquier curso universitario, lo cual lo reconoce él mismo después de varios años tras haber visitado varias universidades. Se trataba de que los propios alumnos organizaban sus propias clases puesto que sentían que ya conocían las ideas fundamentales y que tenían muchas preguntas a las que buscaban una respuesta. Definitivamente, Carl R. Rogers encontró su respuesta fuera del mundo religioso porque se dio cuenta de que quería ser libre, ser él mismo y eso no podía ser si tenía que seguir unas creencias concretas para poder ejercer la religión.

Así fue como empezó a sumergirse en el mundo de la psicología. Siempre con el pensamiento abierto al mundo, la convicción a la vida, a la realización personal y con todas sus experiencias pasadas (como el conocimiento científico, la infancia solitaria, sus padres rígidos, su mujer que le acompañaba,...). Seguía preparándose pero esta vez con los estudios de la psicología. Pero se veía con la necesidad de empezar a trabajar para poder atender a su familia. Consiguió un trabajo que aunque ganaba poco dinero, le aportó mucho para su desarrollo tanto personal como profesional. Gracias a sus características personales ya vistas, estuvo atento siempre hacia la mejoría. Ahí empezaba a darse cuenta de sus errores e intentaba día a día mejorar. Aprendió tres grandes lecciones aunque fueron experiencias que parecían insignificantes para los demás. Con la autoridad, descubrió que los de “arriba” (los expertos) también pueden equivocarse con sus planteamientos, con el material descubrió algo similar, que siempre venía muy bien para su trabajo pero había que regularlo para que sea eficaz y finalmente consigo mismo, que se centraba siempre en el “problema” que creía saber cual era y en el intento de solucionarlo. Respecto a lo último, empezó a surgir uno de sus planteamientos importantes: Los clientes son los que sabían lo que no estaba pasando bien y hacía donde tenían que dirigirse a pesar de que sea de forma consciente o no.

Estuvo en diferentes puestos de trabajo, uno de ellos era la cátedra en la Universidad de Ohio como profesor con dedicación exclusiva. Ahí, en la docencia se dio cuenta de que estaba intentando transmitir a sus alumnos sus propios planteamientos… Decidió escribirlos en un libro, que tuvo mucho éxito. Era el Counseling and Psychotherapy. Descubrió aunque un poco tarde las maravillas de ser padre junto a sus dos hijos y lo agradece porque les acompañó en su crecimiento con las alegrías y dolores propios de los niños. Con su mujer se siente satisfecho de tener una comunicación real, auténtica con sus propios hijos ya adultos.

A lo largo de esta trayectoria profesional, realizó otros dos descubrimientos importantes para él: Tenía que ser maduro psicológico para poder tener una relación eficaz con sus clientes que presentaban cualquier tipo de dificultades en la vida, lo que le “obligaba” a seguir “creciendo” (que nunca terminará) lo cual a veces le resulta duro o doloroso pero muy satisfactorio. Al mismo tiempo uvo que someterse a muchas críticas incluso hasta las de sus compañeros sobre sus propias ideas. No se encontraba a gusto, no veía lo que le gustaba de diferentes enfoques, como el experimental (no era nada humano, consideraba a la persona como objeto) y que en general todos los compañeros se aferraban a sus principios, los que aprendieron. Parece ser que ejerció de alguna manera un mecanismo de defensa del yo, que es la fantasía, su propia subjetividad. Hasta él afirma que trabaja mejor cuando se encuentra solo y lejos de los demás, solamente en compañía de su mujer. Pero, sin embargo, aunque en la terapia con sus “clientes” también estaba en la subjetividad, siempre le había gustado la investigación ya que le permitía estar constante en la realidad, para ver si se autoengañaba o no con sus propias ideas. Le hacía ser objetivo.

Así fue su vida relacionada con su profesional y al final del capítulo demuestra algunas de sus enseñanzas significativas que elaboró gracias al método clínico durante muchas horas de trabajo. No las cuelgo para animaros a reflexionar y a buscar este libro en la biblioteca de la Facultad de Educación. O si no hay tiempo y me animáis, os las colgaré.

Raquel

1 comentario:

  1. Hoy he realizado un descubrimiento significativo porque he leído un artículo sobre los proyectos vitales y profesionales. Me era un poco lejana la palabra "proyecto vital". Veía este concepto como algo artificial pero al leer las características... El proyecto vital no es lo que "tenemos" sino simplemente es lo que somos...

    Y me acordé de esta entrada que escribí sobre Carl R. Rogers, ¿entonces el primer capítulo de su libro es lo que era su proyecto vital hasta llegar a su propia teoría? Creo que si. ¿Qué opináis?

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