viernes, 27 de febrero de 2009

Conclusiones y reflexión de la practica 1 de diagnostico

El diagnostico en la realidad educativa no es útil sino un mero tramite. Antes de realizar el diagnostico ya sabemos como vamos a intervenir. Como mucho tenemos ciertas sospechas de las posibilidades de la patología o etiqueta que explica la conducta desadaptativa del sujeto y buscamos decantarnos por una de ellas a partir del diagnostico. Este procedimiento reduce al mínimo el constructo de persona, limitamos las dimensiones de la conducta a través de nuestra lente acotada por la ética personal y el bagaje educativo, formativo y cultural que hemos desarrollado a través de la experiencia.

El diagnostico se basa en la búsqueda de llaves mágicas que habrán la puerta a una explicación global que nos ofrezca un “porque” de ser de la persona diagnosticada. A su vez, esta respuesta busca reafirmar nuestra intervención y nuestra calidad como orientadores. De esta manera, que una niña tenga baja autoestima va a justificar y explicar su relación con sus iguales, sus padres, profesores, actitudes, conductas, humor, reacciones, manera de hablar, lenguaje…la niña deja de ser niña para ser “acomplejada”, deja de ser persona para ser “pobrecita con baja autoestima”. Es obvio que esta manera de actuar se aleja de la profesionalidad pero es tentadora en cuanto a la sencillez y a la rapidez de acción, así pues puede realzar nuestra autoestima como profesionales, “que buena que soy, que en cinco minutos tenía clarísimo lo que le pasaba a ese niño; yo, una profesional eficaz y rápida”… que pena que no existan ni recetas ni pociones mágicas en un proceso como el diagnostico que se basa en el descubrimiento.

Si consideramos el diagnostico como un proceso de conocimiento, debemos de ir más allá y no conformarnos con una sola interpretación reduccionista de la multiplicidad y complejidad de lo humano, cultural y social.

Una vez que tenemos claro que el proceso diagnostico es un proceso de búsqueda del conocimiento que implica complejidad, tiempo y abarcar diferentes dimensiones, no debemos conformarnos e ir más allá. Desde una perspectiva postmodernista debemos de ser conscientes de que nuestra visión puede estar limitada, contaminada por nuestra moral, nuestra experiencia. Debemos ser conscientes de cómo ciertos aspectos de nuestra persona nos pueden llevar a interpretar una situación de una manera u otra, y ser extremadamente cuidadosos en la emisión de juicios. Por tanto el diagnostico, desde mi punto de vista, tiene que ser una practica reflexiva, en la que el orientador cuestione no solo la propia realidad del sujeto/cliente, sino ir más allá y cuestionarse su propio proceso de conocimiento de esa realidad, como hace esa construcción, sus valores, su moral… como todo ello guía sus indagaciones, sus sospechas.

Poco a poco, todas estas reflexiones acerca del proceso diagnostico nos van acercando al perfil optimo del orientador y de las competencias que desarrollar. Supongo que conforme vayamos avanzando en el curso, iremos completando este croquis que de momento se nos plantea “en obras”. A mi parecer, como adjetivos podríamos ir añadiendo: reflexivo, inconformista, entusiasta de la búsqueda y del descubrimiento, empático y analista. ¿Alguien da más?




4 comentarios:

  1. Como decía y dice uno de mis maestros, y también amigo, el conocimiento del mundo pasa por una fase sintética, una segunda analítica y otra, de re-construcción, también sintética. Lo que quiere decir que tenemos que deconstruir la realidad, cualquier realidad, para poder re-construirla y comprenderla y, así, poder actuar en consecuencia ¿No es ese el verdadero sentido del diagnóstico psicopedagógico?

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  2. Querido José Antonio,

    Muchas gracias por tu comentario. Mi opinión es que como nuestro sistema nervioso, las neuronas parecen ser simples pero al estar conectadas, se convierten en una red muy compleja pero en constante cambio (igual que la realidad). Por lo tanto, para analizar e incluso estudiar la realidad, los conocimientos sintetizamos (haciendo esquemas donde los conceptos están interrelacionados) para luego llegar a fondo sobre dicha realidad... y llegar a tener una percepción sobre la realidad.

    Por eso nos planteamos:
    ¿Las etiquetas para qué sirven aparte de conseguir recursos necesarios? ¿Por qué no es más importante diagnostico del proceso que el del "conocimiento"? Es decir ¿Ha de basarse el diagnóstico psicopedagógico solamente en el "conocimiento conceptual"? Si hemos visto que la realidad es compleja y solo sabemos de ella a través de nuestras percepciones pero hay que ser conscientes de que está constantemente evolucionando, cambiando...
    ¿Por qué no atender las barrreras para el aprendizaje y la participación en lugar de las necesidades educativas especiales?

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  3. Estimada Raquel:
    ¿Acaso no será la realidad esa estructura intrincada e imbricada que forman nuestras neuronas? ¡Ojo! a la disposición columnar de la corteza cerebral.

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  4. Es verdad lo que dices, por eso pienso que una misma realidad puede ser percibida de distintas maneras, dependiendo de nuestro cerebro, de nuestra corteza cerebral.

    Creo que nuestra profesión es que a pesar de que todos tengamos diferentes percepciones o que tengamos simplemente una parte de la realidad (la que queremos diagnosticar), nuestra finalidad es la autodeterminación y el bienestar de las personas (cada una de ellas y todas ellas).

    Por lo tanto, nuestro diagnóstico debería centrarse en las necesidades personales aunque muchas veces nos demandan que solucionemos los problemas que existen, que son desviaciones de lo normal, lo habitual (muy a pesar de que en la realidad podríamos decir que lo diverso practicamente ya es la norma, porque es lo que hay)

    Gracias, José Antonio por hacerme reflexionar con tus comentarios.

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